LA CIUDAD DE CEBÚ—Antes de la apertura o cial del Séptimo Capítulo Provincial, los delegados, con perspicacias espirituales del Arzobispo Socrates Villegas, DD, se prepararon espiritualmente. El Arzobispo de Lingayen-Dagupan compartió con los capitulares las reflexiones del Papa Francisco como guía en sus deliberaciones en el Capítulo. El Arzobispo Soc, en su charla, destacó tres palabras – Encuentro, Acompañamiento, Discernimiento- y las conectó con la triple función de la Iglesia, sacerdotal, profético, y real oficios de Cristo.
El Ministerio de Encuentro y el Oficio Sacerdotal
“Dios se presentó como un gran Dios, el Creador. Y en la encarnación de Dios, se presentó como un ‘Dios pequeño,’ un bebé.” El Arzobispo Soc re exionó. La Navidad, entonces, es una esta de desafío porque Dios desa ó el odio humano y el pecado. Él continuaba de amarnos a pesar de haberlo rechazado. El Arzobispo mencionó una de sus experiencias durante una Navidad cuando el visitó una casa para niños abandonados en la ciudad de Marikina. Cuando estaba dando regalos de chocolates y con tes, él observó que un niño no estaba comiendo lo que él les dio. Él preguntó por qué no estaba comiendo, el niño respondió, “Llévame.” Y el Arzobispo lo llevó. Dios envió su Hijo unigénito en una forma de un niño pequeño para que el hombre pudiera abrazarlo y llevarlo. Este era un encuentro, esencialmente desa ante, que Dios ha iniciado porque es él que nos busca.
El o cio sacerdotal que los ministros ordenados de Dios comparten con Él no es una función ritualista. Es un camino para que los sacerdotes puedan tener un encuentro con su rebaño. El Papa Francisco dice en su Exhortación Apostólica, Evangelii Gaudium, el pastor debe tener el olor como su oveja. Es verdad que el pastor debe tener el olor de su oveja, pero también el pastor tiene que contaminar la oveja con su fragancia de su unción como sacerdote. La vida de santidad del sacerdote debe ser sentida y vivida por el pueblo encomendado a su cuidado. Los sacerdotes deben evitar el “silla giratoria” tipo de pastoreo al pueblo de Dios; ellos deben ir y encontrárselos, como lo que Jesús hizo, en los sitios polvorientos, en los mercados, y en las periferias.
El Ministerio de Acompañamiento y el Oficio Profético
Estar con los últimos, los más pequeños, y los perdidos, y con los abandonados en la sociedad; aquellos que experimentan el tratamiento inhumano que ellos reciben por otras personas; y aquellos que se han alejado es el enfoque del ministerio del acompañamiento. Según el Arzobispo Socrates, hay tres pasos en este ministerio:
Primero, requiere confrontación. El acompañamiento no tolera lo que es un error; no dice sí a la maldad; y llama lo que es bueno: bueno, y lo que malo: malo. Este ministerio profético de la vida religiosa y sacerdotal lleva el rebaño hacia el segundo paso, la conversión. Después de confrontar la maldad, la conversión no debe llevar el pueblo a la desesperación, sino a tener esperanza en Dios. El Arzobispo Soc, destacó la importancia de reconocer la bondad en cada persona aunque tengamos que confrontar la maldad que hemos hecho. El último paso al acompañamiento es la contemplación. El acompañamiento verdadero lleva el pueblo a ser contemplativos. La vida contemplativa no debe ser limitada sólo a los religiosos. La meta del ministerio del acompañamiento es confrontar y desa ar, convertir y consolar; y llevar otros a la contemplación, la cual es silencio. El Arzobispo Soc recuerda lo que él dijo a sus alumnos, “El idioma de Dios no es Latín, ni Inglés, ni Castellano, ni Italiano, sino silencio.”
El Ministerio de Discernimiento y el Oficio Real
El o cio real de la Iglesia es lo que sirve Dios y su pueblo, y esto requiere mucho discernimiento. Cuando uno tiene que elegir entre el bien y el mal, no es discernimiento; es una opción moral. El discernimiento es elegir entre dos cosas buenas.
Para tener un mejor entendimiento de lo que es discernimiento, en la espiritualidad ignaciana; el Arzobispo enumeró los siguientes pasos. Primero, él habló sobre la humildad. La humildad es muy importante en nuestra vida, pero no debemos hacer alarde de nuestra humildad. Cuando hablamos sobre ella, la perdemos y hacer el contrario. También él compartió con los capitulares ésta cita sobre la humildad, “Los corazones como las puertas abrirán fácilmente. Con muy pocas llaves, pero las dos llaves más importantes son gracias señor y por favor, estos ayudan el hombre de ser humilde y aceptar su pequeñez.
Segundo es aprender de dejar. Que dejemos a los pequeños enseñar los soberbios;
que dejemos de los prejuicios y parcialidades que nos impiden de dejar nuestros apegos; y discernir con la esperanza de convertirse en una iglesia que escucha.
Por último, el hombre no debe olvidar la sensación de asombro, el sentido del misterio. El Arzobispo desafió los capitulares que ellos sean hombres de misterio, y no de ser hombres misterios. El sentido del misterio nos llevaría a ver e ir más allá de problemas y logros.
“Señor, cámbiame, aunque no esté listo” era el mantra que el Arzobispo utilizó para cerrar su charla y dejar los capitulares a prepararse para las nobles tareas del Capítulo Provincial. Durante las deliberaciones, muchas cosas pueden pasar. Sin embargo, este retiro espiritual antes de la apertura oficial del Séptimo Capítulo Provincial era un tiempo privilegiado para rezar, reflexionar, y discernir la voluntad de Dios para la Provincia de San Ezequiel Moreno.